Tras fallar mucho en la primera parte el equipo grana se diluyó en la segunda El Murcia sigue líder, pero pierde ante el Estepona otra oportunidad para machacar a su rival
La Verdad
EVA FRANCO efranco@laverdad.es.- No hay equipo que pueda plantarle cara al Real Murcia en Nueva Condomina. Ni dominarlo. Mucho menos ponerlo en apuros. El equipo grana es mejor que sus rivales. Las nueve jornadas disputadas dan buena fe de ello. También los resultados. Sigue sin perder esta temporada y es el líder de su grupo. Hasta ahí todo perfecto. La Liga en Segunda B parece larga pero fácil y el liderato muy asequible. No tanto la eliminatoria de ascenso contra los mejores equipos de los otros grupos de Segunda B. El Real Murcia no ofrece a día de hoy todas las garantías. Es mejor que sus rivales, pero no lo suficiente; puede golear, pero le falta calidad para aplastar al adversario; tiene la pelota, pero necesita más velocidad; gana siempre, pero no termina de convencer porque tiene mucho vértigo y poca puntería. Tras nueve jornadas la plantilla grana está dando avisos. La Liga parece tarea fácil. El ascenso, no tanto. Al juego del equipo le falta solvencia y fluidez, sobre todo de cara a la portería rival.
Sus desaciertos son escandalosos. Sus errores clamorosos. Pocas veces se ha visto a un equipo fallar tanto y tan cerca de la línea de gol. Unas veces falta acierto, otras convicción y la mayoría, calidad. Albiol fue el primero en llevar la desesperación a la grada. En su caso no por falta de calidad, más bien porque no está en el mejor momento de su carrera. Después fue Gago. Otro balón que era gol se quedó por el camino. Y por último Chando. Su caso es patológico. Sufre esa enfermedad que sólo afecta a los goleadores cuando no hay forma de que vean puerta. Pasan las jornadas y no marcan. La ansiedad crece y el gol se resiste. Con un equipo tan superior todos pensaban que el delantero estrella del Real Murcia rompería su techo y comenzarían a caer goles sin parar. Nada más lejos de la realidad. Lleva cinco jornadas sin marcar y cuanto más busca el gol, más impotente parece para conseguirlo.
La enfermedad no es nueva. Tiene cura. Pero el remedio es sólo uno; minutos y paciencia para seguir intentándolo. En el caso de Chando, un punta más que curtido en Segunda B, nadie le puede negar que carece de nivel suficiente para poner los goles en un equipo que aspira al ascenso a Segunda División.
Por ahora, y a falta de un delantero resolutivo, los pone Pedro. Lleva dos de penalti y uno más, el de ayer, que fue la rúbrica a una buena primera parte. Todas las asistencias que anunciaban una jugada de peligro o la llegada de un tanto salieron de sus botas.
Así fue en el primer gol. Lo marcó Kike, otro jugador que necesita ver puerta de manera imperiosa para evitar desmoronarse, tras un centro desde la izquierda y con la ayuda de una actuación más que dudosa del portero del Estepona.
Pero los aciertos de Pedro, que marcó el segundo tanto, esta vez con un pase de Kike, no fueron suficientes para que aguantara todo el partido.
Demasiado revolucionado, vio una tarjeta amarilla, el colegiado le advirtió que estaba en el filo para ver la segunda y al final Iñaki Alonso, el entrenador grana, lo dejó en el vestuario para evitar más expulsiones.
Otro aviso de que a la plantilla grana le falta aún una vuelta de tuerca más para ser el equipo seguro y fiable que se espera en esta temporada.
Es difícil que en los partidos en los que se decide el ascenso el Real Murcia se encuentre defensas tan blandas y porteros tan desafortunados. Así fue el equipo andaluz, que en Nueva Condomina dibujó el panorama perfecto para golear.
Si el Real Murcia apretaba, el Estepona se descomponía. De principio a fin y durante cuarenta y cinco minutos los goles tuvieron que subir al marcador. No lo hicieron por desaciertos de los jugadores del Real Murcia.
La superioridad de la primera mitad se diluyó en la segunda. Tras el descanso el panorama fue aún peor. Si durante la primera parte del juego el problema era no convertir en gol las ocasiones, en la segunda parte no existieron apenas ocasiones, ni control del juego. El Estepona creció como equipo, aunque sin llegar a poner nunca en apuros a su rival, y el Real Murcia perdió autoridad, empaque y juego fluido. Mal final para una temporada que a pesar de todo sigue siendo feliz.
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